Hay mujeres
Hay mujeres que no se miran las manos cuando trabajan. Ni lloran de cansancio y hambre. Aunque tienen hambre, tienen sed, están agotadas. Cansadas de dormir apenas unas horas antes de volver al sitio donde se dejan el alma, el cuerpo, la fe. Nadie mira sus manos, ni sus ojos, ni sus cuerpos de agua y humo.
Nadie las mira por miedo al contagio.
Tres cada minuto son más pobres que el minuto anterior.
Aunque trabajen igual, o más o mejor, son cada minuto más pobres.
Nadie las mira por temor al contagio.
Que no corra el tiempo, que ya no corra el tiempo tan de prisa, piensan ellas. Que se detenga, que alguien nos mire, que nos den vida o si no es posible, que terminen de matarnos de una vez.
Quieren morir de verdad. De mentiras ya han muerto varias veces.