miércoles, marzo 28

La primera mirada

Volver

Vuelvo a mi ciudad. Después de años sin hacerlo, la miro.
La miro y la camino, la abrazo, toco los hilos de sus heridas, la acerco a mis demonios.

Es la vuelta, el reencuentro, la urgencia de que también ella reconozca mi mirada y aloje su palabra en mis pupilas.

Afuera la ciudad habla y no la entiendo.

Se le enreda la lengua en las vocales grises de la tarde.
Afuera me arroja afuera.

Nada ha cambiado y sin embargo, hoy todo es diferente.

El cántaro es el mismo, idéntica la sed que agrieta las gargantas. Pero es otro el modo de cruzar el tiempo. O de no cruzarlo.

Todo parece estar quieto, casi mudo, y al mismo tiempo gritan las calles, las plazas, las avenidas, los callejones, los parques y las azoteas.
A la orilla del vértigo, se sostienen. Pregunto.

Indago la edad de los jardines invisibles.
Las fuentes y los manantiales de mi infancia.
La edad de la locura.

Como si el viento arrojara su sombra de piedra sobre la memoria, el presente se olvida en la ciudad. Lo noto en la voz de quienes la habitan.
Y en sus manos de pañuelo limpio.

Vuelvo a mi ciudad. Después de años sin hacerlo, la miro.
Me acerca a sus demonios
La Ciudad de México abre los ojos. Estoy sola.

Están solos también los ancianos.
Con la catedral a sus espaldas, cuentan la historia de su silencio.
La gente los tilda de locos. Les cuelga la etiqueta en las arrugas del cuello. Pero la demencia los protege. Les coloca una corteza de sábila en el pecho. Les concede fuerza para mirar la forma en que van muriendo las palabras en sus ojos. Abrazadas al canto imaginario de un poeta antiguo, al fin comprenden.

Netzahualcóyotl atraviesa el zócalo todos los días, en punto de las doce. Y surca la piel del templo, sepulta una flor. Pero sólo las miradas amarillas escuchan su poesía. Y lloran. Presienten que se irá de nuevo, tal vez para siempre. Tal vez sin saciar su hambre de coyote.

Cuando escucha que la miran, la ciudad sonríe. Y me devuelve los ojos amarillos que consuelan cuando se escribe desde dentro de ellos. Afuera, el presente intenta recuperar la memoria.

1 comentario:

Milagros dijo...

Por fin, deseaba leer tu mirada desde hace tiempo. Mucho suerte y bienvenida a la blogosfera.