Maltrato, amor y placer
Todos los lunes respira profundo y toma la misma decisión. Dice estar segura de que no hay forma de ajustar el permanente enfado de su novio. Ni de apagar los celos con los que casi a diario coloca al destino en sus manos. Aunque la ama, dice. Y ella a él. Se aman, como los amantes que temen que un día la soledad los arrincone, igual que un libro viejo en el verano. Temen, como se teme saber que fuimos jóvenes y apenas lo notamos. O como se teme perder lo que aún no se tiene.
Todos los viernes me cuenta que volverá a ser ella, sin máscara, sin sustos, sin voz dulce en el teléfono nombrando al amor quince veces, solamente para que él no vaya a pensar que está con otro. Para que la siga amando, sin que le permita quitar la mordaza al alma frágil que la cubre. ¿De quién es el deseo, la necesidad de mantenerse mirando un cielo bajo? ¿Quiere él que ella no crezca o es ella la que no pretende abrir sus párpados de pájaro?
Todos amamos. Un día nos encontramos frente a alguien que sonríe con la sonrisa de la vida. Igual. Alguien que nos roza la mejilla y altera las venas del mundo. Alguien cuya ausencia nos despierta por las noches suplicando una caricia. Y amamos. Y nos comprometemos a caminar suspendidos en el cuerpo del otro. Pensamos construir, comenzamos a hacerlo sin perder el delirio de seguir de cerca al deseo. Amar, desear, construir. Pero una día alguno de los dos amanece sin vida. O con la vida del otro, sin nombre ya, sin sueños propios. Nada parece pertenecernos. Y al mismo tiempo somos eso. Por dentro y por fuera, la pertenencia del otro. Es cuando comienzan los reclamos. Los besos que hieren. El miedo.
La soledad nos pone a prueba. Se acerca, pronuncia su nombre de fiera. Nos acaricia el aliento y en ocasiones grita el grito desgarrado del tiempo. Algunos corren, se esconden, huyen sin saber qué es la soledad, quién. No pretenden cederle el espacio donde ya nadie habita. Aunque habitemos todavía nosotros con el otro. No tienen ninguna intención de ajustar el sonido de su voz de grito y abrazar el silencio. Nada hay que perder y temen quedarse con la nada que poseen. La nada atada, nos ata.
El rostro de la soledad es el rostro del espejo. Llora o ríe, según tenga la mirada radiante o quebradas las pupilas de agua. El rostro de la soledad es el que vemos al meternos a la cama y dormimos o nos clavamos las punzadas del insomnio. La soledad duele o salva. Según la fuerza que se tenga para alzarla en brazos.
Todos amamos. Una o tres veces. O más. Hay quien va por el mundo enamorándose a cada rato. Creen en el amor que no conocen. Dicen que el amor es un arte. El arte efímero de amar. Hay otros que aman el primer amor y el último. Entre uno y otro pudo haber amores que se quedaron a la orilla del recuerdo. No fueron tan intensos como para morir con la gracia fresca de las niñas. No queda rastro al final de la historia, ni una huella. Y se inexisten.
Hay quien ama poco por miedo al desamor. El grito, la exigencia, el arrepentimiento de haber amado al alma equivocada. La herida sobre la herida. El hastío, el dolor. El vacío subiendo por la escalera de nuestras entrañas. El vacio que nos pone a rodar como granos de sal sobre la llaga.
El amor ideal es el que siempre comienza, me dijo alguien en mi juventud. Un amor de novios recientes, de cuerpos nuevos cada noche. Cuerpos que se abrazan sin perder cada uno su nombre. Ninguna de sus extremidades, ni sus ojos. Un amor sin esperanza; eterno en el instante mismo que posa sus labios y sella el silencioso pacto de recordar quiénes somos.
Hay otro amor que para sobrevivir requiere de los celos. Los celos son una enfermedad, igual que la leucemia, el sarampión o la diabetes, me dijo alguien en mi adolescencia. Después me enteré que, más que una enfermedad, son un arma de fuego. Una ráfaga en la mirada, en la voz, en los movimientos del ser humano que transmuta sus ojos en granada, escopeta, daga y su cuerpo en animal que acosa, embiste, hiere. Y que al amanecer, tendido sobre el cuerpo yerto del otro suplica el perdón. Y en la mayoría de las ocasiones, lo obtiene.
Todos los lunes respira profundo y toma la decisión. Me lo adelanta cada viernes con su voz de aire. Por la tarde se pregunta si valdrá la pena. Total, todos son iguales, dice. Mejor un conocido, Ya son varios años, ya conozco sus mañas, sus gustos, sus gritos, justifica. Y explica que aún mantienen ambos el deseo nocturno. Quizá sea eso lo que los ata. Quizá sea imposible, o casi, dejar el abrazo, el aleteo de los labios, las caricias. El momento en que sentimos el grito de la vida entre las piernas. Quizá sea esa la fatalidad. El placer a cambio del maltrato. El horror.
A una amiga el maltrato le mutiló las piernas. Le cortó la lengua y la costumbre de mirarse cada mañana al espejo. Aguantó el maltrato hasta que un día, en la cama de un hospital, pidió un espejo. No le afectó tanto la mejilla abierta, la ceja rota, el rostro azul. No. Le dolió más no haberse reconocido antes, seis años atrás, dos. Pero tomó la decisión de aceptar la mano que le ofreció ese día el espejo. Ella misma con su soledad envuelta como nido. Tendida sobre su fuerza, su nombre, su historia, sin volver a ser arrastrada en la ráfaga. Todavía era joven. Y hasta entonces lo supo. Fue como si la verdad despertara de pronto al lado de su cama. Pero como me dijo un día un poeta, la verdad del amor, está dormida.
5 comentarios:
leo y me miro en el espejo de mki mente de mica beza de mi creencia de mi imposible,de buscar la negacion de nothing is forever y creer que realmente es cierta tal aseveracion y no solo por conveniencia si no por que asi NO es
EL PLACER A CAMBIO DEL MALTRATO, CONSIDERO UNA ASEVERACION MUY AGRESIVA , DONDE HAY PLACER ANTES PORSUPUESTO HAY AMOR Y DONDE HAY AMOR EXISTEN MUCHISIMAS COSAS QUE CONCLUYERON EN ESO EN AMOR, LUEGO ENTONCES NO A LUGAR DEL MALTRATO, MAS BIEN ES SUFRIMIENTO, PESAR, DOLOR, TRISTEZA Y TODO CLARO "POR AMOR"
ESTE MI TERCER COMENTARIO, LEO Y RELEO EL ARTICULO Y ME GENERA COSQUILLITAS , MARIPOSITAS EN EL ESTOMAGO DE VERDAD CUANDO HAY AMOR EL MALTRATO NO9 EXISTE, Y TODO LO DEMAS NUNCA CESA
Que linda postagem!
O que é o amor, afinal?
Adorei!
Me encantó, María, no soy quien para hablar de una manera tan general, puesto que creo que, todas las formas que puede tomar ese sentimiento es personal y diferente en cada persona, sin embargo, sí creo que esas crisis alrededor del amor, suceden cuando vemos al amor como un fin y no como un medio.
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